15 febrero 2014

Boal



Boal
Con una superficie de 120 km2 y unos 2.800 habitantes, cuenta con terrenos de media montaña y desniveles de más de mil metros en torno al río Navia. Son parte de su patrimonio las antiguas ferreirías, una notable arquitectura de la emigración. Presenta excelentes miradores naturales desde la sierra de Penouta.

Etimológicamente el nombre de Boal procede del término bajo latino “boalar”, terreno común destinado al pastoreo del ganado, medio natural existente en la zona y lugar en el que se levantó la primera iglesia de la parroquia, consagrada a Santiago Apóstol.

1. Prehistoria e Historia Antigua
Las primeras manifestaciones culturales conservadas corresponden al período de la Prehistoria, Neolítico avanzado, III milenio a.C. y están constituidas por una serie de túmulos o sepulcros individuales pertenecientes a unas poblaciones ganaderas que habitaban la comarca, y que se sitúan sobre todo en las partes altas, casi siempre por encima de los 800 metros. Se encuentran fundamentalmente en dos zonas: una, que arranca en el S.O. del concejo y siguiendo una dirección N.E. llega al límite con el concejo de Coaña, donde entre otros se encuentran los restos de los túmulos de Chao das Gavitas, Santín, Trapella, Caho das Llagúas y Peña de Xugos; otra, en el borde S.E., con el dolmen de Cornías, túmulo de Campo Maún y otros.

El único yacimiento correspondiente a la Edad del Broce lo constituye el conjunto pictórico de la “Cova del Demo”, excepcional en la pintura rupestre cantábrica, al tratarse de figuras esquemáticas pigmentadas de rojo mineral.

Por último, y como exponente artístico del Bronce Final, figura el “Puñal de Penácaros”, se trata de un fino ejemplar de la metalurgia de la época, hecha de una sola pieza de bronce. Como muestra de la Cultura de los Castros, correspondientes a la II Edad del Hierro, se destacan los castros prerromanos de La Escrita y Pendia. Del primero solamente se conservan restos del canal, que captando agua del arroyo de Muñón se dirigía al Castro. Del segundo, se conservan restos de la arquitectura doméstica y sobre todo dos edificios típicos de la arquitectura castreña de la zona occidental asturiana, dos “saunas” y la casa de asambleas. La cultura romana deja su impronta en una de las “saunas”de Pendia y en restos de cerámica.

2. Edad Media
Las primeras referencias escritas sobre nuestro territorio aparecen a finales del s. XI y principios del XII, en la documentación de las instituciones eclesiásticas del momento, en concreto en el “Libro Registro” del Monasterio de Corias y en el “Libro de los Testamentos” de la catedral de Oviedo.

En el primero de los textos se recoge la donación, que en el año 1044 realiza la condesa Ildonza al citado monasterio de la iglesia de su propiedad de Santa María de Doiras. Igualmente aparecen referencias a Serandinas, cuando en el año 1906, Ximena Iohannis adquiere del monasterio una propiedad rústica sita en dicha localidad.

En el “Libro de los Testamentos” del obispo Pelayo, al fijar los límites territoriales del monasterio de Santa Colomba, donado por Alfonso III a la Iglesia de Oviedo, dice: … per viam que discurrit de Penna Auta et de Armale…

Es en el año 1154 cuando el Rey Alfonso VII concede al obispo de Oviedo las tierras comprendidas entre el Navia y el Eo, llamadas Tierra de Ribadeo, Entranbasaguas, Honor del Suarón, etc., dentro de las cuales se encuentra la zona de Boal, determina que todo este territorio se convierta en tierra de obispalía, sobre la que el obispo ejerce su jurisdicción tanto religiosa como política.

Es precisamente ahora, finales del S. XII, principios del S. XIII, cuando se constituyen las parroquias de Santa Marina de Serandinas, Santa María Magdalena de Doiras y la de Santiago de Boal, que contribuirán de manera decisiva a la cristianización y organización social y espacial de la comarca.

A finales de este S. XIII el obispo de Oviedo D. Fernando Alfonso concede la constitución de la Puebla de Castropol y fija los límites de su alfoz, que coincide con el territorio comprendido en los términos del Honor del Suarón, dentro de cuyos límites se encuentra el ámbito de las parroquias de Serandinas, Boal y Doiras. La representación política del obispo la ejerce la figura del tenente, y se identifica a Álvaro Rodríguez como personaje que a mediados del S. XIII ejerce el cargo de tenente sobre un tercio del territorio de Entrambasaguas, y que tiene su sede en Armal.

La Puebla o Concejo de Castropol contaba con la participación de los representantes de todos los vecinos de su alfoz en las reuniones de público concejo que celebraba anualmente en Castropol y como tales representantes figuraban personajes como Rodrigo Álvarez de Castrillón, Luis Cuervo y Diego Suárez de Prelo en nombre de los feligreses de la división electoral de Las Riberas de Armal.



3. Edad Moderna
El hecho fundamental tiene lugar en los inicios de esta etapa histórica y lo constituye el proceso de la desvinculación y venta de las parroquias y la posterior constitución del Concejo de Boal. Tal proceso se inicia con el acuerdo entre Felipe II y el Papa Gregorio XIII en abril de 1574, por el que se autoriza la desmembración de los bienes de la Iglesia.

En lo que atañe a nuestro territorio, el primer trámite lo constituyó la cédula de 25 de julio de 1579 que el Rey Felipe dirige al juez Juan de Zárate para averiguar qué lugares del concejo de Castropol y de sus feligresías se quieren desmembrar, siendo necesario conocer las rentas jurisdiccionales que percibe el obispo y el número de vasallos del lugar. En el caso de la villa de Castropol y de sus feligresías la indemnización al Obispo fue de 22.658 maravedíes, según carta de junio de 1580. A partir de este momento los lugares quedan desvinculados e incorporados a la Corona.

A continuación se procede a la venta de los lugares desvinculados, y en lo que se refiere a las feligresías de Serandinas, Boal y Doiras, es Alonso López de Navia y Bolaño el que en agosto de 1579 inicia el proceso, pero será Ruy García de Cangas, al que por carta del Rey de 26 de octubre de 1580 se ordena se le entregue la posesión de la jurisdicción de las mismas.

No obstante, haciendo uso de la posibilidad que la ley contemplaba de que comprasen los vecinos, así lo hicieron los de las tres feligresías y a través de su representante Diego Suárez de Prelo, conciertan el asiento de exención ante el contador Tristán de la Torre, escribano de la Corte el 24 de abril de 1581, por el cual se exime a las feligresías de la jurisdicción del obispado de Oviedo y se las incorpora a la Corona.

El Rey les concede los poderes necesarios para convertirse en concejo independiente: jurisdicción civil y criminal, elección de autoridades y una serie de impuesto. A cambio los vecinos se comprometen a satisfacer el numerario adecuado para comprar su libertad, que en realidad ascendió a 4.500 ducados. Constituido el concejo y con el objeto de ordenar la actividad municipal, se redacta una normativa por los representantes de los vecinos de las tres feligresías, las Ordenanzas Municipales de 1584, en las que se fija la capitalidad del municipio en la villa de Boal y se establecen los mecanismos de elección de las autoridades. Normas que en esencia dirigieron la actividad municipal a lo largo de los S. XVII y XVIII.

Es precisamente el S. XVIII la época en que el concejo desarrolla una gran actividad económica. En 1753 existían 7 batanes de propiedad particular para estirar y desengrasar la lana de la numerosa cabaña ovina, además están en funcionamiento un gran número de molinos de grano, debido a la importancia del cereal en la alimentación humana de la época, 42 de uso público y 51 de uso particular.

Pero es sobre todo la fabricación del clavo y tachuela la actividad fundamental de las parroquias de Boal y Doiras durante este siglo y el siguiente. Refiriéndonos a mediados del S. XVIII, 1753, el proceso se inicia en la ferrería de Froseira, donde el mineral se funde y se transporta el hierro a los 8 mazos o martinetes para convertirlo en varilla, que es adquirida por los 190 herreros para transformarlo en calderos, sartenes, cucharas y fundamentalmente en clavo y tachuela, todo ello elaborado en la forma de la casa familiar.

4. Edad ContemporáneaSiglo XIX
En los inicios de la centuria, Boal se vio afectado por los sucesos de la Guerra de la Independencia, siendo invadida la villa el 19 de marzo de 1809 por los soldados de Maurice Mathieu, que provocaron destrozos, saqueos y muertes, defunciones que aparecen claramente constatadas en el Archivo parroquial de Boal, y que dan lugar a que los fallecidos por todos los conceptos en dicho año ascendieran a 111, frente a los 62 del año anterior.

Este siglo lleno de inestabilidades de todo orden, política, social y económica, se manifiesta en Boal a través de varios acontecimientos. En 1814 Serandinas se constituye en concejo independiente de Boal, movimiento que finalmente fracasa en 1820. En julio de 1823 una pandilla de bandoleros al mando de MiguelÁlvarez Samartino de la Trapa, entra en la villa y roba dinero de las contribuciones, provocando destrozos y quemando documentación municipal. Durante la primera guerra carlista, un grupo guerrillero al mando de San Breixo, entra en la villa en 1836, siendo detenido y fusilado en Piantón al año siguiente por una milicia formada en Boal.

Pero es en estos años cuando la villa se dota de nuevas instalaciones en diversos órdenes. Se inaugura la nueva Iglesia parroquial en 1837 y en 1842 la actual Casa Consistorial y la cárcel, que hasta entonces se encontraba en Armal. Otros acontecimientos afectaron a Boal durante el siglo, así la crisis agraria de 1854 y 1855 junto con la epidemia de cólera, pero sobre todo la epidemia de viruela de 1879, que se refleja con un total de defunciones en el año de 204, el número anual más alto de toda la serie recogida desde el año 1800.

Por fin, la revuelta popular del 16 de mayo de 1895, en la que los herreros destruyeron las máquinas de hacer tachuela de D. Víctor Sánchez, tanto las instaladas en Armal como las llegadas al desembarcadero de Porto en Coaña. El día 18 los manifestantes, hombres, mujeres y niños, procedentes de Prelo, Peirones, Los Mazos, Las Cabanas y Armal, en número de 800 a 900, se dirigen desde Armal a la entrada de la villa y hacia el mediodía la autoridad dispuso un reparto de pan entre los mismos. Los revoltosos, tras presentar por escrito sus peticiones, se disolvieron. Esta revuelta es la manifestación más evidente de la decadencia de la artesanía clavera: la ferrería de Froseira cesa su actividad en 1868 y los mazos, que habían llegado a 11 en 1846, en 1864 eran sólo dos los que mantenían actividad. Este declive estaba ocasionado en gran medida por la competencia que desde 1880 estaba causando la importación de la tachuela inglesa de producción fabril, que al resultar más barata inundaba los mercados tradicionales de País Vasco y Cantabria, provocando en nuestro concejo la falta de trabajo y el hambre.

SIGLO XX
No cabe duda que las crisis demográficas y económicas reseñadas a finales del S. XIX encontraron una válvula de escape en la emigración a ultramar. Emigración que resulta temprana para un concejo de la situación geográfica de Boal, ya que en 1859 ya tenemos testimonio de cinco varones que a las edades de 14 ó 15 años emigran con destino a Cuba. La época de mayor emigración es a partir de 1880, y sobre todo de varones jóvenes con destino a Cuba, aunque ha de tenerse en cuenta la emigración femenina con destino a Buenos Aires.

Son los emigrados con posteridad a la guerra del 98 los que al regresar al conejo construyen sus residencias familiares, edificios que sobre todo en el tramo de la carretera AS-12 que cruza la Villa de Boal, imprimen de estilo y carácter al caserío. Además, por medio de la Sociedad de Instrucción “Naturales del Concejo de Boal” en la Habana, dotan a diversas localidades de escuelas para extender la cultura, siendo de destacar el edificio de las Escuelas Graduadas de la villa, que data de 1934.

La construcción a principios de siglo del tramo de carretera Navia-Boal, facilitó los transportes y las comunicaciones y con ello el comercio y la economía del concejo. La construcción del pantano de Doiras por la empresa Electra del Viesgo entre 1929 y 1934 determinó un gran auge demográfico y económico, la población alcanzó en 1930 la cuantía mayor de todos los tiempos, 7.365 habitantes, y provocó un fuerte aumento en el número de comercios y establecimientos de hostelería. En torno a los años 50 del siglo (debido a varios factores: ampliación de la presa de Doiras entre 1956 y 1958, la llegada de remesas dinerarias procedentes de Cuba con destino a diversas familias del concejo y, sobre todo, la explotación del wolframio llevada a cabo por la empresa “Minas Penouta” desde 1951 a 1963, para exportar el mineral al mercado alemán y que en 1961 daba trabajo a 254 empleados) las actividades comerciales gozaron de una gran vitalidad. El cese de todas las actividades constructivas y extractivas citadas, así como la paralización de las remesas procedentes de Cuba, provocaron una inflexión en la economía local y un despoblamiento progresivo que las actividades tradicionales, agricultura y ganadería, a pesar de los cambios introducidos, no han podido frenar.

Autor: D. Enrique Sánchez Braña.


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